Friday, September 28, 2007

DIVISARIO DEL MENDIGO

I

Amanece
En estos peldaños ciegos
me entrego al sol
que llega nuevecito.
Sus manos son aún
más lentas
que los dedos de la brisa
¡Que frío!

II

Cuánto pan se ha acumulado:
Caridades baratas
de varios días,
que ya ni mi perro prueba,
de manos que ignoran
lo que es el ansia y la ausencia,
de un colchón,
o de un plato caliente.

III

Botan estas verduras
que por fuera están lacias.
No piensan que al librarlas
de sus hojas sucias,
aparece el corazón intacto.
Las ven igual que a mi;
esta verdura botada y yo
somos medios hermanos

IV

Me dicen viejo borracho
pero mi litro de la tarde
es mi cortina, mi cancela;
tras ella puedo olvidarme
de la pena de ser.
Pena que hay que olvidar
todos los días
si se quiere vivir.

V

Ya nadie me disputa
este alero nocturno
de espalda al viento.
Adentro hay máquinas que zumban
y que calientan la noche.
En el segundo piso
de noche se oye música linda;
al “Pocho”, mi perro, le gusta
y hasta a mi a veces
me saca lágrimas.

VI

En estos rincones de sombra
me escondo a orearme
del vino y las vergüenzas antiguas
mi perro “Pocho” me cuida el sueño.
Es bueno saber
que no me están mirando;
es la paz de estar dormido.
Dicen que morirse es así.
Si llego al cielo
voy a estar tranquilito
con el “Pocho” solamente,
conversando,
sin tener que ver a nadie.

VII

Menos mal que no hay estrellas;
son como clavos de frío
en noches de Setiembre.
Yo les tengo mala
todo el invierno;
tanta, que llegado el verano
aún no las termino de perdonar.
En ese cielo de noche,
cielo de los astronautas,
hace demasiado frío y abandono.

VIII

Es tan bonita
la fruta del supermercado,
brilla limpia y perfecta,
casi maquillada.
Es como las señoritas
que entran a comprarla;
son tal para cual.
Ya entrado el verano
se me va la vista tras de todas
con un apetito tremendo.

IX

Vienen a verme;
a hablarme de Dios
con cafecito y sandwich.
Pero no entienden nada.
Ellos se van; vuelven a veces,
las caras cambian.
Yo voy a estar aquí
quién sabe hasta cuándo;
quizás hasta después de muerto.

X

Incluso con frío,
ese de los días sufridos,
hay mañanas bonitas.
Mi perro “Pocho” y yo,
acurrucados,
sabemos que aún aquí,
nosotros vemos a veces
cosas que la gente
nunca podría.

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